Lo que un peruano tuvo que escuchar.
El último sábado no tenía nada que hacer, el calor me abrumaba y me aburría
más en casa. Un amigo que reside en Chile me llamó y me dijo que un chileno
amigo suyo estaba en Lima. Me pidió que por favor lo saque a dar una vuelta o a
tomar algo porque el chileno estaba aburrido en un hotel de Lima.
Por: Omar Alcántara
Era Juan Arellano, tripulante de Lan Chile. Cuando lo recogí
del Sheraton, me dijo que tenía ganas de ir a tomar algo. No se me ocurrió otra
idea que llevarlo a Cala, en la Costa Verde. El restaurante es muy bueno, con
bar y un balcón al mar con vista al sunset. Miramos la carta y me preguntó: “¿Qué
es mamey? ¿Qué es camu camu?” Le respondí que no sabía exactamente, que creo
que son frutas de la Selva. “Espera”, le dije y llamé al mozo quién me confirmó
la respuesta. Hace ocho años que no he vivido en Lima y la gastronomía ha
revolucionado tanto que ahora te hacen cocteles de frutas exóticas que ni sabes
de donde son.
Juan se mostró un poco sarcástico, me dijo: “Uy, este guía
turístico está malo”. Le dije que yo vivía mucho tiempo fuera del Perú, así que
no sabía de muchas cosas, que mejor llamaba a mi amigo Daniel, ya que él es
todo un experto en la materia.
Juan se rió. Pedimos unos pisco sours porque según él quería
comparar los gustos. Seguimos conversando y le toqué el tema del límite
marítimo con Chile, que es un tema actual. Me dijo que los peruanos siempre se
han querido aprovechar. “¿Por qué no hacen los límites marítimos de igual forma
con Ecuador?” agregó, algo molesto. Además Juan asegura que en los años 1700 Chile
era territorio hasta más arriba de Pisco. Yo me quedé sorprendido. “Esa parte
de la historia no nos la han enseñado”, le respondí.
Respecto a esto, llegué a mi casa a buscar por internet la
historia territorial de Chile. Gracias a wikipedia, donde está bien detallado. Ahí
dice que Chile pertenecía al Perú hasta 1740, se independizaron, luego Perú
recuperó el territorio en 1812 y Chile se volvió a independizar en 1821.
Trajeron los Pisco Sours, la cara del chileno era de
sorpresa al probarlo. Me dice: es que en Chile, los limones son diferentes.
Nunca me dijo cual estaba mejor, el pisco sour chileno o el pisco sour peruano.
Lo que se atrevió a decirme fue: “No te vayas a molestar, no es por ti, pero
veo en Lima mucha gente pobre. Claro, en este restaurante no hay, pero ayer que
fui a Polvos Azules, había mucha gente pobre”. Le conteste: “En el Perú, hay
mucha pobreza todavía, si bien nuestro país ha evolucionado en los últimos
años, todavía hay mucho por hacer. Haciendo el tour del tren eléctrico de cono
a cono te puedes dar cuenta de la diferencia que hay entre los distritos,
especialmente en los conos”.
Juan agregó: “Y lo que me parece más huachafo son las
cabinas de los policías, que feas”. Hice un poco de memoria entre algunos
países que he visitado. Y es verdad, no he visto cosa similar. Le pregunte: “¿En
tú país como es?”, “Simplemente están los policías bien puestos parados en
medio de la pista” me respondió. Yo sólo atiné a decirle que esas cabinas
policiales son algo muy particular de mi país, es una característica más y que
si hay que cambiarlo entonces tendría que haber un concurso de diseños. Es
parte de nuestra cultura.
La conversación ya se estaba poniendo fastidiosa, estaba
defendiendo a mi país ante este chileno atrevido.
Pero trate de dar un giro. Le dije que yo no he tenido la
oportunidad de visitar Santiago, de donde venía Juan. Pero había ido a Arica.
Se sonrió, él nunca ha estado en Tacna. Le comenté esta gran experiencia. Fui
en el año 2000 con Jorge, otro amigo. Tacna es una ciudad tranquila, para ahora
ya debe haber desarrollado bastante como lo han hecho otros departamentos del
Perú. Cruzar la frontera era como una travesura, tomamos un colectivo que nos
llevó a Arica. El camino es como de una hora, todo desierto y varias casetas
militares. Hasta que llegamos a Arica. Era otra cosa. Parecía como en las
películas de ficción que abres una puerta y entras a un mundo diferente. Habían
edificios modernos, centros comerciales con Subway y Mc. Donalds que todavía no
existían en Perú.
Creo que se sintió un poco más en confianza, me comentó que
estaba muy contento con sus compras en Polvos Azules, que había comprado unos
polos Abercrombie a $10 dólares, que ni en épocas de descuento encuentra esos
precios. También compró sus películas piratas. ¿Y cómo las iba a llevar a
Chile? Yo le había dicho que se lleve unos limones para que haga el Pisco Sour
con limones y pisco peruano y me dijo que los limones no estaban permitidos en
el avión ¿las películas piratas sí?
Ya estaba cansado de escucharlo. Antes de hacer otros planes
juntos miré mi celular, felizmente mi tía Raquel me había invitado a cenar. Me había
olvidado por completo y ya había cenado un lomito saltado en Cala. No importa,
buena excusa para terminar de conocer al chileno. Lo dejé en su hotel para que
no se pierda. Juan debía partir a Chile tres horas después.